Científicos por los Derechos Humanos
OpinionNuestra columnista Sole Gori valoró todo el trabajo de la ciencia argentina para la restitución de identidades de los nietos desaparecidos en la última dictadura.
En su columna de la semana, Sole Gori nos dio detalles sobre la contribución de la Ciencia en la restitución de los nietos desaparecidos en la última dictadura militar.
Respecto a cómo la ciencia incidió en que se puedan identificar los bebes o niños apropiados, informó: “todo arrancó en 1979, cuando las abuelas vieron una nota en el diario que hablaba sobre una presunta paternidad, un test de paternidad, en la que se obligaba a un padre a hacerse el análisis de paternidad. Al ver esta nota, ellas ya venían buscando a los nietos, los que habían nacido en cautiverio y los que conocían y habían sido apropiados, comienzan a preguntarse ¿si es que hay test de paternidad no podremos nosotras, las abuelas, de alguna manera buscar, no estará en la genética, no habrá algo en la sangre, algún componente que pueda hacer que los identifiquemos? El gran problema era que a diferencia de un test de paternidad en este caso los padres no estaban. Entonces, empezaron a recorrer el mundo. hicieron una gira por varios países en 1982, hasta que llegaron con Víctor Penchaszadeh, un médico genetista, que estaba exiliado en Estados Unidos, y él les dijo que existía la posibilidad porque hay moléculas en las células de la sangre que uno podría ver y podría comparar, contrastar, aun siendo abuelos”.
“Había que hacer cálculos, adaptar las fórmulas que existían para el índice de paternidad y así es como nace el índice de abuelidad”, sostuvo Gori, quien agregó: “Había que buscar qué genes analizar y ahí aparecen las moléculas de histocompatibilidad, que ya se venían estudiando. Sí estamos emparentadas tenemos algunas moléculas que coinciden y es muy difícil encontrar dos personas que no estén emparentadas y que tengan todas las combinaciones de esas moléculas. En ese momento no existía el test de ADN, entonces empezaron por esas moléculas. El punto era que además de analizarlas había que encontrar la fórmula que indicará una probabilidad y que fuera certera. Ahí aparece Mary Claire King, una epidemióloga que junto con la gente del laboratorio de inmunología del Hospital Duran, que ya hacían esas técnicas para histocompatibilidad y también hacían para análisis de paternidad, comenzaron a trabajar en ese índice de abuelidad”.

Con respecto al primer caso, Gori señaló: “El primer caso fue Paula Eva Logares, en 1983. En el primer día hábil de la democracia, había una presunta familia que creía que esa niña era su nieta. Para probarlo legalmente hicieron este test de las moléculas de histocompatibles y dió que era 99,99% de esa familia. Otro problema que había era que no estaba uno de los abuelos, entonces si no había uno de los familiares ¿cómo se construye el árbol genealógico? Tuvieron que ver cómo reemplazar esa muestra de sangre y lo que hicieron fue sacarle sangre también a los hermanos de la madre desaparecida. Ahí fueron construyéndolo con Mary Claire King y el Laboratorio de inmunología y llegaron a poder confirmarlo. Después el problema era cómo darle legalidad a esto, lo que hicieron las abuelas fue presionar, de alguna manera, a Alfonsín para crear una ley que hiciera que este trabajo que se estaba haciendo se hiciera en un Banco Nacional de Datos Genéticos, así es como se crea y recién en 1987 pase a ser nacional, donde están todas las muestras de las abuelas y de los familiares que tienen algún familiar desaparecido para que justamente sí voluntariamente aparecen los nietos con dudas pueden ir a ese banco“.









