
Diálogos para repensar la educación
EntrevistasCharlamos con Pedro Saborido y Adrián Paenza, quienes desde sus lugares tiraron historias e ideas para redimensionar lo que entendemos por aprender. Con quién, de la mano de quién, hacia dónde…
MM: ¿Empezaste muy joven en Radio 100 y Mitre?
PS: A fines de los 80 y luego comencé a trabajar con Tato Bores, con Omar Quiroga.
MM: ¿Fuiste sonidista de Esperando la Carroza?
PS: Sí, hice muchos trabajos y por todos lados, el trabajo de guionista no es precisamente ser conocido. Los personajes a veces los pensás, otras veces aparecen, la inspiración es como una suma fulminante de un montón de elementos. La creatividad no es más que la suma de cosas, no se inventa nada nuevo, solo se combina.
Lo que vemos en educación es que la mayoría de las veces hay vocación por parte de los docentes, para entenderse con las chicas y los chicos.
JP: ¿Hay una grieta entre los grandes y los chicos, siempre estuvo?
Creo que siempre la hubo, me acuerdo mi papá que casi me acusaba por escuchar a los Beatles y cómo podía ser que no entendía o escuchaba un tango. Tratar de entender y ceder es un acto de generosidad, tanto de los mayores como de los chicos, lo fácil: es diferenciarse, es entender que hay una grieta hasta tecnológica, muchas veces los mayores no entendemos la relación de los chicos con la tecnología y el desafío es entender, no ser ese adulto que a mí me despreció y yo desprecié.
¿Hay que tener mucha empatía para lograr esto?
Sí, muchas veces es un esfuerzo, no entender nos enoja, nos descoloca. La responsabilidad es de la gente mayor porque ya fuimos jóvenes, ellos todavía no fueron adultos, si hacemos un esfuerzo podemos volver y retrotraernos, ver el adolescente que tenemos dentro y tratar de entenderlos.
¿Los docentes tienen vocación?
Se les pide de todo, hasta dar ese paso de entender a los chicos, pero ese paso también debe darse en las casas, el o la joven se relaciona no solo con un maestro o sus padres, también lo hace con el colectivero, el kiosquero, el dueño del boliche en un mundo que es más de los adultos y ellos están navegando entre el juego y el pedir permiso, ahí aparecen estas diferencias como que el mundo está esperando que crezca para tenerlos en cuenta.
Un joven no es una especie de feto de adulto que lo único que tiene que hacer es prepararse para llegar a ser grande.

¿Qué pasa con ese conocimiento que tienen los adultos y que suponemos que los chicos no saben nada?
Ahí es la capacidad de absorción que tienen los chicos con la tecnología. La velocidad de la tecnología va más rápido de lo que podemos comprender, de los cambios que produce en el comportamiento.
Los chicos hoy día tienen un celular con toda la tecnología, velocidad, juegos de los que se te ocurran y de repente van a una clase y tienen un ser humano que les habla: ahí el profesor o profesora empieza a competir en ese mundo del entretenimiento y tiene que entretenerlos y no aburrirlos, hay que aprender a pedir a los chicos que entiendan a los adultos, un intercambio de entendimientos, el enojo no construye, no puedo enojarme porque están todo el día con el celular.
En la televisión siempre se creyó que lo anterior era mejor, pero Romay ha hecho unas barbaridades y nosotros crecimos con todas ellas, no se sabe la capacidad de daño que pudieron causar culturalmente y acá estamos.
Con Adrián Paenza
¿Cuál es su mirada entre el entendimiento de los adultos y menores?
Estoy de acuerdo que para poder hacer una comparación de que era mejor si antes o ahora, tendríamos que haber tenido la oportunidad de compartir lo que tienen los chicos hoy.
Para poder hacer una comparación honesta y de igualdad de condiciones tendríamos que traer chicos de la otra época y ofrecerles lo que usan los chicos ahora, pero esto no sucederá y la comparación es injusta.
Cuando trajeron la primera computadora a la facultad de Ciencias Exactas y Naturales, traída por Manuel Sadosky, uno de los próceres de la ciencia en Argentina, le pusieron de nombre “Celestina” y ocupaba una habitación entera: hoy lo tenemos en un reloj o celular, la evolución ha logrado que cambiaran las costumbres porque está bien que cambien.
El problema de la escuela es un problema genérico en el mundo, uno cuando tiene que sentarse y escuchar que les dan respuestas a preguntas que no se hizo, tiene que cambiar.
Las materias en sí mismo: hoy hay criptografía, robótica, biogenética, por eso aparecen los hackers, denle a un chico la oportunidad de aprender programación, un docente genera preguntas, no da respuestas porque las respuestas ahora la googleas.
Pedro Saborido: Hay algo de aprender cómo aprendemos, ¿qué quiero decir con esto? Que soy técnico electrónico, que no sé nada, solo supe como para recibirme y creo que el saber es otra cosa. Fui a un colegio industrial porque era la salida laboral, los pasos a seguir, me di cuenta que es una exigencia terrible a los 13 años tener claro que querés de tu vida, como suponiendo que no van a cambiar los intereses, luego empecé a estudiar cine y televisión porque estaba ahí.
La educación también es aquello que vamos aprendiendo y haciendo con otros socialmente. Tiene que haber más oportunidad de “hacer”.
Paenza: “Es un compromiso moral hacer algo para que la brecha se acorte, hay que incluir, buscar igualdad en los chicos. Tener ciencia es tener soberanía. Necesitamos una ciencia en buenas condiciones, no como la tenemos ahora. La Argentina puede transformase en una potencia porque tiene universidades de excelencia, ahora necesitamos que esto se trasmita primero que nada con el presupuesto”.
