Dividir la provincia: ¿una nueva grieta?
Opinion25 de septiembre 2020El director de la Escuela de Ciencias Económicas y Jurídicas de la UNNOBA señala que los intentos por fraccionar Buenos Aires se basan en datos inexactos. Además, plantea los prejuicios que existen detrás de estos proyectos.
Por Pablo Petraglia
El conflicto salarial protagonizado por la policía bonaerense y la posterior decisión del Gobierno nacional de modificar los índices de coparticipación para otorgarle más recursos a la provincia de Buenos Aires en detrimento de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, trajeron aparejados otras controversias subyacentes.
Uno de los debates que volvió a asomar es el de la necesidad (o no) de dividir la provincia de Buenos Aires en diferentes jurisdicciones.
Se habla aquí de “la vuelta” de esta discusión porque esta no es una propuesta nueva. Hace años que se viene planteando una supuesta “inviabilidad” de la provincia más grande y poblada del país, a partir de su desequilibrio demográfico, la distorsión de su representación política y la desigualdad en el reparto de la coparticipación. Ante esto, las propuestas de fragmentación aparecen de manera recurrente.
No es necesario plantear una división. Antes que pensar en esa salida, es prioritario que se resuelvan inequidades económicas e institucionales.
Estas propuestas, en general, están sostenidas por datos inexactos y cierto sesgo clasista. Se ha impuesto como un sentido común que la provincia es inviable, lo cual es totalmente erróneo y falso. Cuando uno pregunta por qué esto es así, las causas que se dan son refutables. Se suele hablar a partir de puntos de vista que están reñidos con las estadísticas, la historia y los informes académicos. Casi que se habla sobre un prejuicio.
Están quienes plantean la necesidad de partir el territorio bonaerense y que el Conurbano superpoblado es sostenido por el interior productivo. Eso es una falacia: si tomamos el Producto Bruto Geográfico (PBG) de Buenos Aires, podemos ver que el Conurbano Norte, el Sur y el Oeste suman, entre los tres, el 69%. Es decir que el Conurbano se sustenta solo y la provincia interior sola no se podría sostener, o estaría reducida a una mínima expresión.
Otro dato: las dos regiones con menor gravitación en el PBG son las del Noroeste y la Cuenca del Salado, que poseen una baja densidad poblacional, una elevada extensión territorial, una presencia prácticamente marginal de la industria y un desarrollo agropecuario de relevancia.
Esa baja densidad hace que nuestro PBG esté por encima de la media pero, en realidad, en el concierto del producto bruto de la provincia ocupamos un lugar menor. Hay una fantasía en que nosotros, desde el interior, mantenemos al Conurbano, y cuando vamos a las estadísticas del Ministerio de Economía bonaerense de entre 2003 y 2017, vemos que dicen exactamente lo contrario.
La división no es la solución. No se trata de agarrar una escuadra, un compás y un transportador y dividir el mapa de Buenos Aires, es mucho más complejo.
Esos registros marcan que la industria manufacturera tiene una incidencia del 30,1% en la Provincia; mientras que la agricultura, ganadería, caza y silvicultura el 9,1%, y el comercio otro 9,1%.
Otro aspecto fundamental. Debemos replantearnos el bicameralismo: tenemos 92 diputados y 46 senadores, que en ambos casos representan al pueblo, divididos en secciones electorales establecidas en la década del 40, con un número fijo establecido en la Ley Electoral que, de alguna manera, viola la propia Constitución bonaerense, porque en su artículo 60 dice que la representación debe ser proporcional, es decir, que la cantidad de bancas deben guardar relación con los habitantes que se representan. Sin embargo, hoy tenemos la Cuarta Sección Electoral, por ejemplo, con 14 diputados y somos 520 mil electores, mientras que la Tercera Sección Electoral, que es la más grande e incluye a La Matanza, Berazategui y otros partidos, tiene 18 diputados que representan a más de cuatro millones y medio de electores, es decir que hay una desproporción considerable.
En 2011, el entonces Gobernador Scioli planteó el proyecto de regionalización, aunque la solución aportada no era la más conveniente porque se generaba una nueva burocracia intermedia a nivel regional. La división no era la más feliz porque, por ejemplo, el noroeste bonaerense iba a tener como capital a Olavarría.
También es necesario repensar la coparticipación, que por una ley del año 1988 en la que Buenos Aires cedió puntos que le correspondían y sería un régimen que iba a durar hasta el 31 de diciembre de 1989, pero todavía está vigente. La Provincia debe repensar su estructura institucional, tiene una subrepresentación política y no recibe los recursos que le corresponderían por coparticipación.
En resumen, la división no es la solución. No se trata de agarrar una escuadra, un compás y un transportador y dividir el mapa de Buenos Aires, es mucho más complejo. La Provincia tiene su identidad, con sus propias regiones, con el Conurbano, la cuenca del Salado, el área marítima, la zona costera del Paraná o el interior nuestro y ahí cada uno tiene que aportar al todo. Dividirla no necesariamente resuelva los problemas, a lo mejor terminamos fragmentándolos.
Fraccionar la provincia es un título marketinero, totalmente alejado de un análisis académico que debe ser más profundo. En este punto, las universidades nacionales con sede en la provincia de Buenos Aires tienen mucho para aportar a este debate.