LA EMOCIONANTE HISTORIA DE LA ABUELA DE PSICOPEDAGOGÍA
Entrevistas25 de abril 2023Emiliana Folch, “la abuela de psicopedagogía” de UNSAM, acaba de recibirse de licenciada a sus jóvenes 75 años. Y nos acompañó también el director de la carrera, Gerardo Prol. El sentido del estudio a la edad del abuelazgo. Las deudas por saldar.
Emiliana, este discurso que diste el día de la graduación emocionó a todo el auditorio me imagino.
Lo viví realmente en carne viva porque reviví mi historia, esa historia de la infancia vivida sin la conciencia de los momentos porque era niña, de los momentos que se vivían. A medida que transcurrió la vida fui dimensionando los daños colaterales de ser sobrevivientes de un campo de concentración, de ser una familia. He tenido la suerte de que mis padres fueran sobrevivientes y pude vivir desde niña lo que es trabajar en equipo, trabajar en grupo, la solidaridad, los chicos de esa época tuvimos plena conciencia que las manos nuestras no alcanzaban para sobrevivir, que necesitábamos las manos de los demás y en eso, ese fue el marco en el que crecí.
¿Cómo es que te decidiste a estudiar?
A a los 66 años me jubilo, después de haber sido docente durante 46 años de secundaria y terciaria, y sentí que se acababa la posibilidad de seguir devolviendo a este país todo lo que recibí. Mi secundario, mi primera carrera, esta segunda carrera, lo hice en las estructuras públicas del país, nunca hubiera podido llegar a la universidad si yo me hubiera quedado o si mis padres hubieran quedado en ese país.
¿Por qué?
Porque al vivir en un pueblo no está la posibilidad de acceder (en un pueblo en las montañas), no está la posibilidad de pertenecer o de aspirar a una escuela Liceo que es la única que habilita la vía al ingreso de la universidad en Francia, entonces a este país le debo toda mi formación académica absolutamente gratis.
¿De qué se trató tu tesis?
El territorio nuestro también es uno de los territorios en los que hay más asentamientos de barrios precarios y tengo el honor de participar en dos áreas de la carrera, una como voluntaria y otra como ayudante de trabajo sobre el territorio, aquí el director de la carrera es profesor de una de las materias nuestras, Desarrollo II y es el creador del programa psicopedagógico para adolescentes y soy colaboradora voluntaria desde hace cinco años, desde antes de recibirme justamente y es por este espacio que me ha permitido volver a estar en contacto con los adolescentes que era una de las cosas que tanto extrañaba. Es decir, que quedamos vinculados y nos sigue enseñando.
Gerardo, imagino que no es un caso de todos los días, la vitalidad de esta mujer, la historia y ahora la felicidad de verla graduada…
No es una historia de todos los días y sí es una historia la viralización de este discurso de ella. En este acto de colación empezó a generar muchos comentarios y muchos mails y muchas consultas de “yo tengo 50 años, ¿puedo ingresar a universidad?”; “Yo tengo 44…”. Cuando consultaron quién podía dar ese discurso, inmediatamente pensé en ella, escribí a las autoridades inviten a Emi y puse un concepto que es porque está en contra del viejismo y nosotros tenemos esa idea del viejismo como ese prejuicio de la cultura joven adulta en contra de los viejos. Nunca es tarde para hacer ciertas cosas.
Te decían la abuela psicopedagoga, ¿cómo te decían en el curso?
Todo comenzó en primer año. Había un servicio de fotocopiadora con gente muy cordial y además coincidía con que éramos egresados de la misma escuela secundaria, entonces había un afecto enorme. Empezaron a como una broma a llamarme Mira sos la abuela, la abuela de psicopedagogía. Estaba dicho con un afecto tan grande que mis compañeros de cursada empezaron a tomar ese mote y como a mí me resultaba tan cálido y tan cariñoso lo siguieron diciendo.
¿Cómo se dio esta situación de graduación en la que te acompañaron tu hijo y tu nieto?
Mi familia, que es pequeña pero es un sostén enorme, me acompañó a lo largo de toda la carrera de la cursada. Cuido a mi nieto y siempre han estado pendientes. Yo tenía una responsabilidad terrible de que me fuera bien y ser buena estudiante, porque mi nieto siempre me preguntaba abuela cómo te fue en el examen. Una vez me fue mal en una sola materia que tuve que volver a dar el examen final y mi nieto no tenía consuelo. Le dije “me fue mal pero no es definitivo, voy a volver a estudiar y me va a ir bien”.
¿Qué recordaste en esa graduación?
Aparecieron un montón de imágenes de la infancia, de lo que es el tesón para poder llegar y concluir con los objetivos y me acordé de todos aquellos que no pudieron ir a la escuela que no aprendieron a leer y escribir. Mi abuela aprendió a leer y escribir a los 70 años, así que debo heredar los genes esos. Y me acordé de ellos y me acordé de muchos más, muchos de mis familiares: primos de mis padres fallecieron en el campo de concentración y desde que tengo uso de razón siempre crecí sabiendo que mi voz tenía que ser un testimonio de aquellos que habían perdido la voz en una circunstancia del horror. Estuvo mi nieto en el acto de graduación y me entregó el título nuestro director de carrera y detrás vino mi nieto hermoso con un ramo para homenajearnos.