
¿POR QUÉ ODIAMOS?
OpinionEn su última columna, Sole Gori analizó un fenómeno visible de los últimos tiempos, que se visibilizó aún más en este proceso electoral. Un recorrido por algunos estudios para entender algunas lecturas científicas.
Hace mucho tiempo que estamos viviendo una sensación de odio, de enojo, que la vemos en todos lados. Entonces yo me preguntaba en mi casa ¿por qué odiamos?
Hay trabajos, como siempre uno googlea y encuentra trabajos científicos de muchos temas y que nos ayudan a –justamente- construir la paz social. Algunos creen que hay estudios que no sirven para nada, que se hace ciencia y a veces no sirve. Pero hay estudios que justamente lo que demostraron fue el circuito del odio, el circuito cerebral del odio, que no es el mismo que el del amor, aunque tampoco es lo opuesto. Hay trabajos que justamente lo que dicen que lo opuesto al amor es la indiferencia, no es el odio.
Hace unos años, se estudió un circuito cerebral, como uno de los primeros experimentos, donde se mostraban diferentes fotos con voluntarios.
Esas diferentes fotos con personas que odiaban y otros neutrales, veían que haciéndoles un escaneo cerebral hallaban que había zonas del cerebro que se iban activando con una foto, o con otra. Vieron que había una respuesta general, como cuando vemos fotos sobre personas que odiamos. Y se veían diferentes zonas activas que tampoco eran las de -por ejemplo- las del amor romántico que anulamos el juicio. No, acá estamos atentos a lo que el adversario dice, muestra, no es una algo completamente irracional y super emocional y nada más, es más complejo ese circuito que el del amor, que el del arrepentimiento, que el de la felicidad según estos neurocientíficos.
Más allá de que tiene una explicación cerebral, podemos entonces de alguna manera acercarnos a terminar con el odio y algunas de los estudios que ellos hicieron por ejemplo fue mostrar (porque también lo enlaza mucho con el arte) contenido audiovisual de relatos. Por ejemplo, de personas, de un grupo no quiero personalizar pero en un conflicto bélico personas de un grupo contra personas del otro, y se trató de demostrarles la hipocresía que esconde el odio, ese que tienen esos discursos, tratar de encontrar porqué este odio se basa más allá de ser una emoción: se basa en preconceptos y es generalmente cuando empieza uno como a romper, a rasgar, se da cuenta que en realidad hay malos entendidos o cosas que realmente no son así y más aún en la época de redes sociales y de desinformación.
Lo que creen es que una de las formas es exponer la hipocresía del otro, como decir “bueno pará, vos me decís esto a mí, pero vos tal cosa”: tratar como de demostrar a darle vuelta a la situación para que el otro se dé cuenta y diga “no, pará, es verdad, te estoy criticando esto pero en realidad yo también lo hago, o los míos también lo hacen”.
Esa es una de las opciones. Desactivar las ideas preconcebidas del otro, exponer la hipocresía, realizar estrategias colaborativas y hacer ese acercamiento entre los grupos. Es un dato positivo porque sino (el estar más alejado de hecho) se vio en escaneo justamente que se activaban las zonas cerebrales cuando personas de dos grupos que tienen un conflicto bélico se veía por ejemplo, se leía una noticia del sufrimiento del otro grupo, entonces se activaban esas zonas cerebrales cuando era el sufrimiento del propio grupo o del otro del que estoy enfrentado. Ahora, si le mostraban de Sudamérica, por ejemplo, que era un grupo que no tenía nada que ver, no se activaba nada. El contacto justamente con el otro grupo es muy importante y el mantener hacer colaboraciones entre esos grupos (por ejemplo actividades colaborativas) podría ayudar y obviamente fomentar el pensamiento crítico y promover también la confianza en las instituciones, eso también es algo que podría servir.
Puede que sea una catarsis personal, y espero que ayude, pero sí tengo el deseo que dejemos de odiar tanto y vayamos camino a la paz.