Una argentina de la UNS en la cumbre mundial para la prohibición de las armas químicas
EntrevistasLa investigadora del Departamento de Química de la UNS, Carolina Waiman, fue la única argentina seleccionada para asistir a la tercera edición del taller “Política y Diplomacia para Científicos: Introducción a las Prácticas de Investigación Responsable en Ciencias Químicas y Bioquímicas”. Deliberaron sobre tratados internacionales que regulan la transferencia y el uso de sustancias químicas, la sostenibilidad, la ética y la responsabilidad social en las prácticas de investigación, así como las normas y estándares de seguridad en la ciencia. Lo contó en Radio 10.
¿Cómo estás viviendo esto de ser la única argentina convocada?
Es un honor poder participar y representar a nuestro país.
¿Qué expectativas hay con respecto a este taller?
En este taller es fundamental en Educación y divulgación: entre distintos científicos de distintas Naciones. Se abordaron diferentes temas como la utilización de sustancias químicas para el uso de investigación, desarrollo, todo lo que sea mejorar la calidad de vida humana.
Hay muchas sustancias que tiene uso dual, para hacer el bien o ser utilizadas en conflictos, ahí está la cuestión relacionada con la ética y el uso dual de la química.
¿En qué casos sucede esto para poder visualizarlo?
Hay muchos compuestos y se acomodan en diferentes listas según el grado de toxicidad, por ejemplo, el cloro, que se ha usado para atacar personas, pero es fundamental para nuestra vida cotidiana: tiene fines beneficiosos, pero es utilizado con otra intencionalidad. También pasa con medicaciones que se utiliza para el cáncer, pero en altas dosis daña y fue utilizada como arma química.
¿Se regula esto de algún modo?
Exacto, en 1997 se creó la Convención de armas químicas: nuestro país firmó y está de acuerdo, a partir de ese momento los 193 países que firmamos debemos cumplirla y llevarla adelante.
Pasos a cumplir:
- Destrucción total de todas las armas químicas, lo que almacenaron y crearon.
En nuestro país contamos con la ANCAQ que es la autoridad Nacional Argentina para la convención de armas químicas, funciona en Buenos Aires y depende de tres ministerios: Defensa, Economía y Relaciones Exteriores y Cultos. Desde allí lo que se hace es monitorear e inspeccionar plantas químicas que utilizan compuestos para probables armas químicas. Los que supervisan estas fábricas son inspectores que no deben ser de nuestro país ni que tengan algún conflicto o interés.
¿Cómo lo viviste desde la representación de nuestro país?
En lo que se refiere a formación académica, nuestro país tiene un nivel comparable a países con los que me reuní en estas organizaciones, son un orgullo nuestras universidades o Conicet, hay argentinos que trabajan en los laboratorios de la organización. Debemos tener un inglés fluido para poder participar porque está como lenguaje universal.
¿Cómo logran cotejar las fábricas que hay en nuestro país con el avance de las armas químicas en otro?
Esto es parte de la misión de la Autoridad Nacional: se va abortando, es multidisciplinario, está la parte de educación como la mía que soy formadora de futuros químicos y -como tal- mi misión es informar sobre los tratados entre otras cosas. La parte de verificación e inspecciones de industrias corre por cuenta de la Autoridad Nacional. En nuestro país no se producen armas químicas ni se pueden desarrollar, las plantas que las han producido en alguno de los países que firmamos este acuerdo están destruidas. Hay un solo un país que tiene armas químicas y se comprometió a destruirlas en este año, lo que se declaró se destruye y queda muy poquito.










