Argentina y la región frente a los datos COVID-19
OpinionPor Lic. Lucas Medrano*
¿Cómo leer los datos que a diario nos dan el mapa del COVID-19? Un recorrido por Argentina y países de América Latina para entender las comparaciones, según la mirada de este politólogo
Dos de los indicadores clave para entender la evolución de la pandemia provocada por el SARS COV 2 son la cantidad de casos detectados y de muertes. Para convertirlos en una dimensión “comparable” con el resto de los países se utilizan medidas que incluyen a una cantidad igual de habitantes (por ejemplo, por millón). Por supuesto que existen una multiplicidad de otros instrumentos y características a tener en cuenta a la hora de comparar, pero exceden claramente el objetivo de estas líneas.
Los países sudamericanos abordaron el escenario que se les presentaba de manera dispar al menos en dos dimensiones: el inicio de la cuarentena y la intensidad de la misma. A partir de estas dos variables (y otras cómo la densidad demográfica, indicadores sociales y aspectos económicos), los resultados obtenidos también fueron diferentes.
Una breve observación antes de continuar. Cuando hablamos de casos detectados por millón de habitantes, la palabra clave es “detectados”. Existe un debate generalizado en relación a la cantidad de testeos que realizan los países y su tasa de positividad. Por tanto, tengamos en cuenta que hablamos de casos detectados (seguramente la cantidad de casos “reales” es bastante superior).
Chile, Perú, Ecuador y Brasil se encuentran en la cima de este indicador. Pero analicemos su evolución. El 10 de julio (día de quiebre estadístico para Argentina), Chile tenía 16.050 casos x millón de habitantes mientras que Argentina tenía 1.941 (es decir, 8 veces menos). La cuarentena temprana y la intensidad inicial de la misma, estaban dando sus frutos. Un mes después, Argentina ya tenía 5.385 (prácticamente triplicó su cantidad en un mes). Y el 8 de septiembre, 10.797. Para ese entonces, Chile tenía 22.260 (el doble).
La famosa “curva” argentina fue muy suave en su inicio, pero a partir de mediados de julio su pronunciación se acentúa rápidamente. Las causas son variadas: relajación de la cuarentena, necesidades económicas y sociales, aspectos psicológicos de la población, entre muchas otras.
Las muertes son la muestra extrema de la gravedad del virus. En este sentido, es Perú quien lidera si lo medimos por millón de habitantes. Es el 1° del mundo en este indicador. Volvamos al 10 de julio: Argentina tenía 38,2 muertes por millón de habitantes, mientras Perú 345,4 (diez veces más). La letalidad también tiene sus causas específicas, pero aquí nos interesa ver su evolución. El 10 de agosto, Argentina pasó a 102,4 (más del doble en un mes), y el 8 de septiembre 219,3 (Perú tiene 909,1).
Los datos muestran que Argentina está en una etapa de rápido crecimiento en la propagación del virus y en la cantidad de muertes diarias. Su situación inicial fue favorable (en relación a los países vecinos), pero actualmente se encuentra en una etapa expansiva. La tasa de letalidad sigue siendo “baja”, pero en constante aumento (eso es preocupante).
Hasta la fecha, nuestro país se encuentra en una posición más “ventajosa” que los demás (ej. Está 7 de 10 países, en relación a la cantidad de muertes por millón de habitantes). Lo perturbador es la rápida aceleración de la cantidad de casos detectados y de muertes diarias. Tengamos en cuenta también, que Argentina es el país de mayor tasa de positividad -testeos- del mundo (cercana al 50%).
Si algo nos enseñó este virus es que la única forma de combatirlo (hasta tanto no exista vacuna) es el distanciamiento social y las medidas de higiene y seguridad ya conocidas. Esto permitió que Argentina “achatara” la curva en el inicio de la pandemia. El contexto es dinámico y las políticas deben adaptarse. Pero cuidarnos adecuadamente debe seguir siendo el norte que nos guíe.
El autor es Lic. en Ciencia Política y Abogado (ambos UBA)