CIENCIA Y SOCIEDAD: RECONOCEN UN PROYECTO QUE ANTICIPA CRECIDAS DEL RÍO
NoticiasEl proyecto “Anticipando la crecida”, integrado por investigadores, docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencas Exactas de la UBA y de otras instituciones, obtuvo el “Reconocimiento Ing. Marcelo Nivoli a la vinculación tecnológica”, otorgado por el CONICET.
Este año, el CONICET lanzó la primera edición del “Reconocimiento Ing. Marcelo Nívoli a la Vinculación Tecnológica” que tiene por objetivo premiar a los proyectos y procesos de vinculación tecnológica realizados en la Argentina, cuyos resultados contribuyen con el desarrollo económico y social de nuestro país. El galardón lleva el nombre de quien fuera el hacedor de la primera Oficina de Transferencia de Tecnología del CONICET en el año 1985.
Luego de considerar todas las postulaciones presentadas del 4 al 30 de junio, la comisión evaluadora del concurso decidió otorgar el reconocimiento en el eje Ambiente y Desarrollo Sustentable, al proyecto “Anticipando la crecida. La inclusión de la comunidad en la producción de conocimiento hidrometeorológico para reducir el riesgo de desastres”. La ceremonia de premiación se llevó a cabo el miércoles 30 de agosto en la Sala 1 del Centro Cultural de la Ciencia (C3).
“Estamos muy contentos. Creo que es el reconocimiento al esfuerzo que pusimos en estos 10 años de vida que tiene el proyecto, para salir un poco del ejercicio de la ciencia tradicional y meternos en el territorio para construir, junto con la comunidad, un conocimiento puesto al servicio de la sociedad”, señala Diego Moreira, investigador del CIMA (UBA-CONICET), docente del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad y uno de los referentes del proyecto.
“Algo que a mí me gusta, es que, como su nombre lo indica, no se trata de un premio sino de reconocimiento. Y así lo siento yo, como un reconocimiento, en nuestro caso, a trabajadores del Estado en un organismo como CONICET, por el esfuerzo y la dedicación para lograr que el conocimiento generado desde la ciencia se vincule con una necesidad concreta, para intentar resolverla”, comenta Federico Robledo, también investigador del CIMA (UBA-CONICET), docente del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad y otro de los referentes del proyecto. Y agrega: “Me parece que es un reconocimiento a la capacidad del sistema científico de dar una respuesta muy concreta a una población que es víctima de inundaciones para que pueda tomar medidas de preparación y mitigar el daño que le genera el agua”.
El proyecto Anticipando la crecida nació en el año 2013 con el objetivo de contribuir en la gestión de riesgos ante desastres asociados a eventos hidro-meteorológicos (inundaciones) en el Área Metropolitana de Buenos Aires, la Cuenca del Río Luján y el Delta del Paraná, mediante el diálogo con los diferentes actores involucrados en el terreno para fortalecer sistemas de alertas temprana comunitarios.
La creación del programa estuvo muy influenciada por las terribles inundaciones que sufrió ese año la ciudad de La Plata y zonas aledañas que dejó un saldo de decenas de personas fallecidas. Este desastre despertó la preocupación de muchos intendentes del conurbano bonaerense ante la posibilidad de que esa tragedia se pudiera repetir en sus localidades.
La primera intervención de la iniciativa se dio en el barrio La Ribera de Quilmes, y luego esa metodología de trabajo se replicó en diversos puntos de la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad de Buenos y Corrientes. Entre ellos: Quilmes, Avellaneda, Lomas de Zamora, Luján, La Matanza, San Antonio de Areco, Almirante Brown, Delta del Paraná, La Plata, Saavedra, Lugano, Santa Lucía (Corrientes).
Al llegar a cada una de las localidades, las actividades consisten en el diálogo y la construcción comunitaria de mapas de vulnerabilidad y exposición donde se describe cómo se mueve el agua en el territorio, ya sea por el desborde de ríos y arroyos, y por las precipitaciones que afectan a los barrios ubicados en los márgenes fluviales.
“Lo que nosotros tratamos de promover es un conocimiento simétrico de saberes -describe Moreira-. No vamos al territorio con una actitud de ‘venimos a darte lo que sabemos’, sino que nos sentamos en la mesa sabiendo que la comunidad conoce mucho mejor que nosotros cómo se mueve el agua en la zona, por qué se inundan, hasta donde llega el agua. Nos nutrimos del conocimiento de la comunidad y a partir de ahí construimos el conocimiento de forma colaborativa. Es de ida y vuelta”.
El proyecto Anticipando la crecida nació en el año 2013 con el objetivo de contribuir en la gestión de riesgos ante desastres asociados a eventos hidro-meteorológicos (inundaciones) en el Área Metropolitana de Buenos Aires, la Cuenca del Río Luján y el Delta del Paraná, mediante el diálogo con los diferentes actores involucrados en el terreno para fortalecer sistemas de alertas temprana comunitarios.
“Estos años de trabajo nos han demostrado que, como investigadores, no tenemos la posta, no tenemos la verdad revelada, porque no sabemos cómo se mueve el agua en Virrey del Pino, en González Catán, en Laferrere -asegura Robledo-. Esos datos nos los tiene el sistema científico, ni la universidad, ni el Estado nacional, provincial ni municipal, eso lo sabe la gente del barrio. Entonces, en ese diálogo se nos baja esa supuesta superioridad de la academia y entendemos que estamos allí en igualdad de condiciones”.
Durante cada taller, la comunidad vuelca todo su saber sobre los riesgos hídricos en su barrio, en un mapa o una foto de alta resolución de su barrio. Asimismo, se realiza una recorrida por el barrio con el fin de identificar posibles sitios donde se instalará el pluviómetro y la regla de nivel en algún río o arroyo cercano de fácil acceso para poder registrar observaciones en todo momento. Posteriormente, se conjugan los saberes en un único mapa georeferenciado que es utilizado por el sector científico técnico y la comunidad. De esta forma, las partes participan en la construcción de un sistema de alerta temprana.
Es preciso remarcar que cuando se habla de una construcción del conocimiento “de ida y vuelta”, no se trata simplemente de una postura declamativa, sino que, de esa interacción han surgido varios trabajos en el ámbito de lo que se considera la “ciencia tradicional”. “Del trabajo con la comunidad también aparecen nuevas preguntas científicas, que te disparan nuevos proyectos. Por ejemplo, de Anticipando están saliendo dos tesis doctorales y tesis de licenciatura”, cuenta Moreira.
Desde su fundación misma, el proyecto Anticipando la Crecida, requiere de muy diversos saberes para llevar adelante sus actividades, de las que forman parte meteorólogos, oceanógrafos, ingenieros, antropólogos, geógrafos, sociólogos. Por eso, además de investigadores, investgadoras, docentes y estudiantes de Exactas, participan de la iniciativa diversas instituciones, entre ellas, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), el Servicio de Hidrografía Naval (SHN), el Instituto Geográfico Nacional (IGN), el Instituto Nacional del Agua (INA), el Programa de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente del Instituto de Geografía (PIRNA) de la Facultad de Filosofía de la UBA.
Además de constituir un importante reconocimiento, el premio le otorga a cada grupo ganador la suma de 250 mil pesos para que sean aplicados al desarrollo de sus proyectos. “Por supuesto que es importante tener recursos porque te permiten hacer más cosas, pero creo que para nosotros, lo más importante es la visibilidad que nos da este reconocimiento y que nos puede servir para que se acerque más gente. Necesitamos más recursos humanos porque lamentablemente son muchos los barrios que sufren inundaciones y nos gustaría poder escalar nuestro trabajo. Y, si pudiéramos, nos gustaría tomar también el problema de cómo mejorar las producciones en base a la información hidrometeorológica que tenemos”, propone Moreira.
“Hoy en día tenemos un montón de demandas de los territorios pero nos está faltando volumen de gente para hacerlo. Nuestra gran limitante son los recursos humanos. Entonces, que un organismo como CONICET te brinde este reconocimiento es un mensaje hacia adentro de la comunidad científica de que este tipo de esfuerzos vale. Sabemos que es un pequeño paso, que no está todavía resuelta la instancia de la evaluación. Pero me parece que el mayor aporte que este reconocimiento le entrega al proyecto es quitarle el miedo a la gente, mostrarle que este tipo de actividades se pueden hacer y que son reconocidas por el organismo”, remata Robledo con satisfacción.