El Canal Magdalena y la soberanía nacional
Opinion1 de junio 2021El Secretario Gremial de la Federación Universitaria Tecnológica, Giuliano Falconnat, escribió para DEC las claves por dónde debería pensarse una estrategia de interés nacional en torno a esta vía navegable de suma importancia para la entrada fluvial al país.
Por Giuliano Falconnat, Secretario Gremial Federación Universitaria Tecnológica
Sin lugar a dudas, el debate en torno al Canal Magdalena ha tomado un nivel de conocimiento público que los proyectos productivos no suelen alcanzar, llegando inclusive a contar con una Audiencia Pública a nivel Nacional, realizada el pasado 7 de mayo.
Esto se debe, en gran parte, a la campaña de concientización que un grupo de técnicos, profesionales, organismos e instituciones han llevado a cabo en torno al tema, logrando resaltar la importancia que éste tiene sobre la economía, la industria, el movimiento de cargas y, principalmente, el comercio exterior de nuestro país.
Para situarnos geográficamente, el Canal Magdalena está situado sobre el Río de La Plata, es una vía navegable natural y su puesta en funcionamiento supondría la extensión en línea recta del Canal Punta Indio a partir de la curva conocida como “el Codillo”.
Esta nueva ruta, permitiría conectar la Argentina fluvial con la marítima y optimizar los costos logísticos, ya que disminuiría los tiempos de navegación que se requieren actualmente y evitaría que las cargas tengan que pasar por Puertos Uruguayos. Por más raro que suene, una carga que hoy tiene origen en el Sur de nuestro país, para llegar al Norte debe hacer escala en el Puerto de Montevideo dónde, además, los buques suelen esperar hasta tres días fondeados por demoras en las operaciones de carga y descarga, generando gastos extra en bienes y servicios (se estiman unos 150 millones de dólares al año que percibe el país vecino y podrían quedar en la Argentina).
El debate por el Canal Magdalena puede convertirse en la piedra fundacional de un cambio de paradigma en la forma de producir y comercializar, ya que nos obliga (directa o indirectamente) a hablar sobre transporte de cargas, industria naval, marina mercante, concesiones privadas, tarifas de peaje, contrabando y exportación, entre otros aspectos claves para nuestra Economía.
Como si fuera poco, el mantenimiento del Magdalena sería notablemente menor al que ocasiona hoy por hoy el Punta Indio. Esto se debe a que la nueva ruta se encuentra paralela a la corriente del Río de la Plata, por lo cual se depositan menor sedimentos y la operación de dragado para mantener la profundidad necesaria es menor (los expertos estiman que deberían retirarse 1,4 millones de m3 al año, mientras que la vía actual demanda unos 2,45 millones de m3 de sedimentos, representando un ahorro de 4,4 millones de dólares anuales), un vector sensible para las operadoras marítimas.
Evidentemente, más allá de que se requiera una inversión importante para la puesta en marcha del mismo, este nuevo Canal posee ventajas que harían más competitivo el entramado logístico y geopolítico de nuestro país, disminuyendo costos y tiempos, en un momento donde los sectores productivos reclaman medidas que hagan más eficiente el comercio.
Claro está que la mejora de la matriz productiva Argentina no depende pura y exclusivamente de esta discusión, sino que debe ser obra de una “batería” de medidas que busquen una mejora integral. El debate por el Canal Magdalena puede convertirse en la piedra fundacional de un cambio de paradigma en la forma de producir y comercializar, ya que nos obliga (directa o indirectamente) a hablar sobre transporte de cargas, industria naval, marina mercante, concesiones privadas, tarifas de peaje, contrabando y exportación, entre otros aspectos claves para nuestra Economía.