“Para Guillermo Roux el arte era un trabajo”
Entrevistas7 de diciembre 2021La biógrafa del artista contó en Radio 10 la obra de este artista fallecido hace pocos días. Sus amigos, sus proyectos, su método.
¿Cómo arranca un biógrafo para poder descubrir o indagar en la vida de una persona?
En mi caso tuve mucha suerte, porque lo he bibliogrifado cuando estaba vivo y tuve la suerte de poder entrevistarlo. Por lo general, los biógrafos trabajan con personas del pasado buscando pistas para armar el rompecabezas de sus vidas. Mi libro que se llama “Guillermo Roux en sus propias palabras”, exactamente lo que hice fue quedarme con esa primera fuente, que es el propio protagonista contando su vida. Es un relato de un artista recordando su vida en su vejez, con dificultades y proezas.
¿Cómo lo encontraste a él en ese relato?
Fui a su casa por primera vez en el 2014 a realizarle una nota y me encontré con un hombre sabio, y sumamente encantador, con una obra deslumbrante, nos entendimos desde la primera mirada. Tuvimos encuentros semanales durante cuatro años para poder realizar esta biografía, meriendas en las que él me contaba cosas del pasado, del presente, reflexiones. Pasaron cosas que compartimos juntos como la muestra que hizo con Carlos Alonso, una vez viajamos a Unquillo para visitarlo, presencié los diálogos entre ellos, tuve mucha suerte y me siento muy agradecida por poder escribir ese perfil, que es también una memoria.
Uno piensa en los artistas y piensa que viven en una especie de caos, pero este no es el caso ¿no?
Nada que ver, porque él tiene una organizadora en su vida que es Franca Beer, donde todo está en orden, no hay ningún horario librado al azar, nunca falta nada y tuvo una serie de mujeres que lo cuidan como la cocinera, masajista, kinesióloga, estaba realmente entre algodones. Su vida estaba orientada a que él estuviera tranquilo para trabajar, no tenía que pensar en otra cosa en toda su vida.
¿Pudiste tener acceso a lo último que haya pintado?
Si, deslumbrante. Cuando estuvo internado, unos días antes de partir, seguía con su cuaderno dibujando y pintando, pero en la gran obra que trabajaba, tuvo un ciclo de carbonillas y collage con el tema de “la risa de la medusa”, una maestría en la técnica, una belleza conmovedora que le he mandado imágenes al director del Museo Nacional de Bellas Artes desde el living de su casa y acto seguido me dijo: “decile que vamos a hacer las muestras en este museo”. Así que él estaba trabajando muy feliz en este ciclo que llevaba más de un año y confío que se va a mostrar el año que viene en el museo. Hugo Beccacece (crítico de arte) me dijo que esta era su Capilla Sixtina.
“Es muy difícil porque no lo podemos encasillar en ningún movimiento, ninguna corriente, ningún estilo: él hizo su propia huella, nunca se dirigió por la moda, tenía una expresión muy genuina, se guiaba por su necesidad expresiva”.
¿En qué ves parte de sus inicios?
Él aprendió de su padre que era dibujante de historietas de oficio, entregaba la tira diaria para comer, aprendió ahí que el arte era un trabajo y que el lápiz le iba a dar de comer, él tenía la disciplina de trabajar todos los días y si uno no podía hacerlo para él era un día perdido, por eso pedía sus cuadernos cuando estaba internado y sabía que no tenía muchos días más, tenía esta disciplina para el trabajo, el estudio, vivir para el arte con una dedicación absoluta.
También había vuelto al arte por el arte, pintaba porque necesitaba hacerlo y no porque lo quería mostrar.
¿Por esto se lo define como artista de tiempo completo?
Sí, era dedicación exclusiva y con una gran trayectoria, pero hasta los 40 años trabajó de cualquier cosa, de titiritero, maestro de escuela, ilustrador. Finalmente, a esa edad, su obra le permitió un camino para dejar sus otras ocupaciones.
¿Si tuvieras que destacar su obra sobre la de otro artista como lo harías?
Es muy difícil porque no lo podemos encasillar en ningún movimiento, ninguna corriente, ningún estilo: él hizo su propia huella, nunca se dirigió por la moda, tenía una expresión muy genuina, se guiaba por su necesidad expresiva. Es un solitario en el camino del arte. Roux, maestro de la acuarela.
¿La vinculación con sus colegas cómo era?
Tenía muchos amigos y discípulos, gente que se había formado con él. De sus pares tenía una relación entrañable con Carlos Alonso, quién estaba desconsolado con su pérdida. No podemos encasillarlo en un grupo, hay algo que tiene el arte y es que cuando alguien es muy exitoso se lo empieza a mirar con cierta desconfianza. Guillermo tenía mucho éxito, sus obras son unas de las más cotizadas, tenía amistades de las más diversas, no diferenciaba, le interesaba mucho todas las personas.