“Si Argentina cobra lo que produce, no habría más deuda externa”
Opinion25 de julio 2022El presidente de la Federación Universitaria Tecnológica (FUT), Giuliano Falconnat, plantea una serie de desafíos para que el Estado pueda replantear el país de cara a oportunidades y obligaciones.
Indiscutiblemente podemos afirmar que nuestro país atraviesa una situación socioeconómica delicada, asestados por la inflación, los argentinos y argentinas vemos día tras día como los aumentos se trasladan principalmente al precio del combustible, los alimentos y los artículos de primera necesidad, a la par de salarios que no se actualizan al mismo ritmo y generan un deterioro en el poder adquisitivo.
Si bien los indicadores muestran que el empleo y la ocupación han crecido, de momento esto no alcanza a gran parte de nuestra sociedad, la cual no logra acceder a un nivel de ingresos mínimo para satisfacer sus necesidades básicas y, por supuesto, requiere de la pronta asistencia del Estado para poder paliar esta situación.
En cuánto a las causas de dicho presente, más allá de las diferentes visiones y de la politización constante de la economía de nuestro país, podemos identificar algunos vectores sustanciales que nos han puesto en esta posición:
-Por un lado, es innegable que la cruel política de especulación financiera del Gobierno anterior se lleva las de ganar en cuanto a responsabilidad. Los préstamos solicitados al Fondo Monetario Internacional y la consecuente fuga de divisas siguen (y seguirán) generando problemas económicos en las generaciones presentes y futuras.
-Luego la pandemia del Covid 19 también tuvo un saldo negativo, en este sentido, basta con mirar la caída generalizada del PBI (principalmente en 2020) a nivel mundial para entender la gravedad, incluso en países sumamente desarrollados.
-Además, podemos sumar a estos aspectos el letargo y la incapacidad que ha mostrado el Gobierno Nacional a la hora de resolver los problemas estructurales de nuestra economía y un acuerdo con el FMI por la refinanciación de la deuda que, podríamos afirmar, ningún Argentino de bien ha celebrado.
Ahora bien, hecho un breve repaso por los principales motivos que nos han traído hasta aquí, surgen las preguntas “del millón”, ¿Cómo salimos de este problema? ¿Cuál o cuales son las decisiones que podemos tomar para comenzar a crecer y vivir mejor?
Bueno, en primer lugar, es menester comprender que el principal problema macroeconómico de países como el nuestro (del “tercer mundo” o también conocidos como países “en vías de desarrollo”) está directamente ligado a la escasez de dólares, más aún hoy que debemos cumplir con los plazos y montos para pagarle al FMI (en total 19.000 millones de dólares este año y 20.000 en 2023). Para poder hacer frente a estas cifras, que representan cerca del 5% de nuestro PBI actual, es necesario que ingresen dólares a nuestras arcas.
El ingreso de dólares al país se da pura y exclusivamente mediante la exportación, ya sea de bienes o servicios, a la vez que la salida de dólares se da por la importación por lo cual aquí tenemos una básica pero importante conclusión; debemos tener un saldo positivo en la balanza de pagos, es decir, necesitamos exportar más de lo que importamos.
Si bien no existen datos oficiales ni certeros, la Argentina pierde (al menos) 30 mil millones de dólares al año por contrabando y evasión fiscal. Sí, una cifra considerablemente mayor a los vencimientos de deuda con el FMI, que tan difíciles de afrontar se han vuelto.
¿Qué involucra exportar más de lo que importamos? Dos cuestiones fundamentales. Uno, producir más, lo cual se traduce en la generación de puestos de trabajo formales y requiere de una visión estratégica y un acompañamiento serio del Estado a través de incentivos al sector privado. Dos, que ese incremento en la producción no sea aleatorio y desorganizado, sino que tienda a reemplazar aquellos bienes que actualmente compramos al exterior, generando un efecto sinérgico en términos comerciales.
Otra de las preguntas que indefectiblemente surge cuando uno hace este análisis es; ¿alcanza con esto?, quizás en otro contexto histórico el modelo de industrialización por sustitución de importaciones ha sido la respuesta a estos problemas, pero la realidad es que hoy no alcanza, la sociedad requiere una recuperación urgente e inmediata para afrontar lo que se viene, por lo cual esta visión de desarrollo y recomposición laboral debe ser complementada por un rol proactivo en otro aspecto crucial, poco mencionado y devastador para nosotros: el contrabando y evasión fiscal.
Si bien no existen datos oficiales ni certeros, la Argentina pierde (al menos) 30 mil millones de dólares al año por contrabando y evasión fiscal. Sí, una cifra considerablemente mayor a los vencimientos de deuda con el FMI, que tan difíciles de afrontar se han vuelto.
Los principales rubros responsables de que esos dólares no lleguen a las arcas del Estado y, en consecuencia, no puedan ser utilizados para beneficio de nuestra población, son principalmente cereales como el maíz, la soja y algunos aceites derivados de ellos. Las rutas más elegidas por los evasores suelen ser; Salta a Bolivia y exportar desde allí, trasladar desde Chaco/Formosa/Misiones a Paraguay sin declarar las cargas y en cuanto a aquellos casos que se dan por vía acuática se destacan las lanchas que van directo a Paraguay sin que el Gobierno se entere y la “maniobra” de colocar soja en los depósitos de lastre de los barcos en vez de colocar agua, para llevar más cantidad de la que figura en las guías de carga.
Claro está que estos no son los únicos productos que presentan elevados niveles de contrabando, sub declaración y evasión fiscal, sino que también podemos incorporar al listado lar carnes, donde la sub declaración se estima que llega al 50% de los casos, el oro que se dirige en camiones hacia Chile y se han detectado también casos de contrabando en aviones desde el Aeropuerto “el Plumerillo”, la pesca y el sector minero, donde vale la pena detenerse y destacar un caso puntual; minera “la Alumbrera”.
En este sentido, es valioso recordar una investigación llevada a cabo por geólogos tucumanos en el año 2010 que descubrieron la presencia de minerales como el cromo, titanio, irconio, cerio, cobalto, cesio, hafnio, lantano, lutecio, columbio, níquel, escandio, tantalio, terbio, torio, uranio, ytrio ,iterbio y tungsteno lo cual les llamó la atención ya que la empresa que explotaba esa mina (La Alumbrera SA, de la cual un gran accionista es el fondo Barrick Gold) solo declaraba exportar oro, cobre y molibdeno. Resulta que, comparando los precios de mercado de los productos sin declarar y estimando las cantidades exportadas según la disponibilidad y proporción observada en los estudios, estos científicos calcularon una evasión fiscal superior a los 8 mil millones de dólares.
Este breve repaso por los sectores productivos que mayores niveles de evasión presentan y el contundente daño que ello genera sobre la recaudación de divisas extranjeras pone en evidencia la vital importancia de tomar cartas en el asunto.
Es imperioso contar con un Gobierno Nacional que tenga la voluntad política de dar esta discusión, tomando un rol protagónico en el control de la producción, dejando de ser espectador para volverse un actor preponderante de la economía. Claro está que dicha voluntad debe ser acompañada por capacidad técnica, la cual deben aportar profesionales que se involucren en lugares clave del entramado productivo para poder identificar las principales causas del problema y dar respuesta inmediata a ellas, de esto depende el correcto y eficaz funcionamiento de los Organismos de control involucrados, algunos de las cuales hoy funcionan en forma por demás burocrática o, en el peor de los casos, son nichos de corrupción difíciles de combatir.
La esperanza debe continuar intacta porque ya hemos sido capaces los Argentinos y Argentinas de ganar una pelea como ésta, basta con recordar la tapa del diario Clarín del 16 de Diciembre de 2005 en la cual resonaba el título “Kirchner le paga ya toda la deuda al FMI” lo cual fue posible gracias a verdaderamente recaudar lo que se debe, controlando cuánto se produce, cuanto se vende y cuanto se acopia.
La premisa es clara “si la Argentina cobra lo que produce, no habría más deuda externa”, ello debemos reclamar y asegurarnos, para volver a ser lo que fuimos, para convertirnos en el país que nos merecemos.