
EL BULLYING DESDE LA SEGREGACIÓN
Entrevistas10 de marzo 2023El trágico episodio en el que dos gemelas argentinas saltaron del balcón de su casa en Barcelona, tras el cual una de ellas falleció y la otra permanece internada de gravedad, puso nuevamente el tema del bullying en primera plana. ¿Cuáles son los alertas que debemos detectar como sociedad para prevenirlo? Ángel Fernández, psicoanalista y docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario, lo explicó en Radio 10.
¿A qué te referís como el “bullying” como una palabra tapón?
Hay muchas palabras que utilizamos que parecen sintetizar una serie de problemas y en realidad los simplifican a tal punto que se pierden todas las aristas. Había un antropólogo que decía “formular bien el problema es tener el 50% de la solución”. La palabra “bullying” no deja plantear bien el problema en su complejidad, prefiero definirlo como acoso que tiene más resonancia.
¿Decís que tiene que ver con un fenómeno estructural?
Exactamente, esto no quiere decir que no haya que combatir las formas coyunturales del acoso o bullying, nos va a resultar más fácil si tenemos una idea de la invariante estructural en la que se funda y esa variante de la realidad empírica de los fenómenos que encontramos bajo el rótulo de bullying tiene que ver con un fenómeno anunciado tempranamente por Lacan, el psicoanalista Francés: planteaba como iba a crecer la lógica de los mercados comunes que hoy llamamos globalización y cómo crecería la segregación, y acá es localizar el mal en un objeto definido, lo acoso, lo persigo hasta destruirlo para recuperar el equilibrio perdido. Esto es el núcleo del fascismo político, esta es la ilusión en la que estamos metidos como sociedad y se viene haciendo muy fuerte los últimos años que -eliminando una parte de la sociedad- vamos a recuperar el equilibrio, ya sean los pobres o los ricos cuando en realidad toda sociedad se funda en un desequilibrio inaugural, estructurante de fuerzas, energías, potencias e intereses o increpancias. Por tal motivo, no hay equilibrio que recuperar ni un mal nítidamente localizado.
¿Cómo hacemos para lidiar con esta situación?
El corazón del hombre es negro, tenemos una relación con el mal, no somos ángeles como ideal, todos queremos ser buenos. Pero hay un mal estructural, la tecnología potenció el tema, hay algo en la sociedad misma que tiene que ver con la violencia, crueldad, segregación. Hay varios caminos para lidiar, pero creo que podemos ser un poco menos condescendientes con nuestros ideales, queremos creer que hay un equilibrio por recuperar y me parece que debemos reconocer el mal en nuestro propio jardín y salir de esta lógica paranoica y del alma bella para poder analizar el mal radical. Tenemos que interrumpir esto de que el mal viene de afuera y poder aceptar nuestra participación porque la realidad de la coexistencia nos hace así, el amor y la vida hay que sostenerlas.
¿Esto se acentuó en las escuelas?
Freud fue el que dijo los niños se angustian, tienen sexualidad, no hay que tomarlo solo como cosas de chicos. Lo que tiene que ver con la infancia, el lenguaje, lo femenino hay que recuperarlo, pero en esta nueva barbarie tecnológica ya no sabemos si la leche es buena o mala. Conocemos tanto que nos volvemos más vulnerables y los jóvenes son los más afectados. Hay una noción de responsabilidad, los adultos creo que tenemos la responsabilidad de rectificar a futuro la consecuencia de la tecnología, la globalización, el cinismo de los que más tienen, el crecimiento de la pobreza. Somos responsables no desestimando y poniendo en valor las cosas que son más pequeñas como la infancia, el lenguaje, la responsabilidad, el amor, hay que trasmitirle a la población porque hay desorientación, nadie sabe qué hacer con sus satisfacciones.
¿Qué pueden hacer los padres?
Los mecanismos de control son necesarios, pero tiene un límite. Con control e intervención no creo que se arregle, hay que establecer mecanismos de control que funcionan de alguna manera y complementarlo con un deseo de conversar, hay que construir espacios de conversación con los más chicos, transformar. Hay que tocar con las palabras el real que tiene cada uno. Tenemos que hacernos cargo de los agujeros de nuestra época sabiendo que podemos intervenir con nuestro lenguaje en el real que padecemos.
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