El retorno a la presencialidad en la Universidad Nacional de San Luis
Opinion27 de agosto 2020El año 2020 no será nunca un año más. Todo, absolutamente todo, cambió su sentido o al menos, adquirió nueva dimensión en la vida de las sociedades. La educación, la investigación y desarrollo, la trasferencia y vinculación tecnológica se vieron tensionadas a niveles inusitados. Las universidades en Latinoamérica y en Argentina soportaron el golpe de ariete a fuerza de creatividad y ductilidad. Una pandemia como la que estamos atravesando, sin embargo, ha dado ventajas a quienes vivimos en ciudades y localidades con baja densidad de habitantes, tal cual es el caso de San Luis. Sin embargo, la vida aquí también cambió y aún hoy es muy reciente para visualizar con la perspectiva suficiente, la magnitud de este cambio.
En marzo, el Rectorado resolvió suspender las clases presenciales en todos los niveles de las Facultades, Instituto Politécnico Artístico Universitario “Mauricio López” y Escuela Normal “Juan Pascual Pringles”. De esta manera, la UNSL cerró sus puertas a estudiantes para prevenir y evitar la transmisión comunitaria del nuevo coronavirus.
Posteriormente, la UNSL cerraría no sólo las aulas y laboratorios, sino también sus puertas (al igual que todas las UUNN), al adherir al DNU presidencial que disponía el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO).
Al cabo de casi 100 días, San Luis pudo pasar a una nueva fase. Con este nuevo escenario, muchas actividades sociales y comerciales volvieron a habilitarse, bajo estrictos protocolos.
Mientras tanto, en la Universidad Nacional de San Luis, las aulas se trasladaron a las salas de reuniones por videoconferencia. El Google Meet, Classroom, Zoom, JITSY MEET y hasta YouTube y WhatsApp, fueron los salvoconductos para continuar con una de las tres funciones de la Universidad: La Docencia.
Sin dudas el estatus sanitario local ha sido el impulso más importante, pero no el único para resurgir a la presencialidad, aunque sea, de manera adaptada. En este trayecto, ha sido crucial el trabajo mancomunado entre autoridades de la Universidad, Facultades y Escuela con representantes de cada gremio docente, nodocente y también con los estudiantes. El proceso fue esquemático, secuencial, sin prisa, y sin pausa. Primero se conformó un espacio de diálogo entre los actores involucrados y, al mismo tiempo, mediante un comité de expertos en salud se confeccionaron los primeros protocolos. En conjunto, se fueron definiendo y habilitando actividades a las que denominamos esenciales para la Universidad. De esta manera, se garantizó el funcionamiento de la Dirección de Obra Social, de los medios de comunicación de la Universidad, entre otros. En todo momento se procuró mantener activos los órganos de gobierno, para someter a juicio y a consideración democrática cada una de las determinaciones. La Universidad Nacional de San Luis fue una de las primeras del país -incluso antes que el congreso nacional y las legislaturas provinciales- en organizar sesiones de Consejo Superior de manera no presencial (virtual) y periódica.
Localmente se supieron sostener las condiciones sanitarias inalteradas lo que, sumado a algo de fortuna, permitieron a la comunidad universitaria ir a por más actividades. Fruto del necesario y enriquecedor diálogo con el comité de crisis provincial y con el Ministerio de Educación de la Nación, se fueron consiguiendo avales, observaciones pertinentes, pero sobre todo, acuerdos para que finalmente los estudiantes de la UNSL, después de unos largos 150 días, pudiesen volver a encontrarse con sus docentes y cursos de manera personal. Parecía lógico, evidente, y hasta casi normal; pero fue un hecho que quedará registrado por mucho tiempo: los estudiantes volvieron a la Universidad, de cuerpo presente.
El pasado 10 de agosto la Universidad Nacional de San Luis recibió por primera vez en mucho tiempo a sus estudiantes para del turno General de Exámenes en condiciones especiales. Se trató de una ocasión muy singular en la que, a diferencia de lo normal, los exámenes se extendieron por dos semanas (del 10 al 21 de agosto) y, además, muchos estudiantes imposibilitados de asistir pudieron presentarse ante sus respectivos tribunales de manera virtual, mediante videoconferencia. En total unos 5500 estudiantes se inscribieron para rendir sus materias, y de esta manera avanzar con sus carreras universitarias, cuestión llamativa en estas circunstancias. La Universidad Nacional de San Luis, con sede central en la Ciudad de San Luis, cuenta además con otros dos centros Universitarios: El de Villa Mercedes y el de la Villa de Merlo. En cada centro la Universidad tiene, por su ubicación estratégica en cada ciudad, y también por su trayectoria, una presencia difícil de igualar por otras instituciones locales.
La Universidad en Argentina -representada hoy en la UNSL- es noticia por hacer lo que debe hacer; y no sólo eso, lo es porque mucha gente espera algo de ella: que transforme, que cree, que sea un instrumento de contención y de crecimiento personal para que, en definitiva, mejore la calidad de vida de la sociedad. No por tener una mesa de examen presencial en el contexto de una pandemia, sino más bien por todo lo que hizo para llegar a ello. Pudieron descuidarse muchas actividades, por ser imposible llevarlas a cabo, pero en ningún momento se abandonó la vocación de estar cerca, al alcance de cada estudiante que está en la Universidad para obtener algo de ella: un futuro.
En este contexto de aislamiento social en el que, al parecer, la nueva normalidad nos obliga a dar valor a las cosas realmente importantes, la Universidad Pública en Argentina (y en Latinoamérica) ha sido un instrumento de contención de un sector de la sociedad. Ha sabido revalorizar su función de contención, igualando por estos días a su característica más notable: ser una herramienta esencial para el ascenso social. Atravesada en otros días por discusiones políticas, presupuestarias, estratégicas, económicas y hasta de estándares de calidad de educación superior; la Universidad mutó a una más concreta y eficiente, sin renunciar a las discusiones preexistentes, pero sí, dando nuevo significado a su rol en la sociedad. Práctica y contundente, enfocó todo su potencial en lo sustancial: estudiantes en contexto de Educación Superior.
Debe destacarse, además, el papel que la Universidad supo cumplir en el contexto de la emergencia Sanitaria: se intensificó el trabajo para no descuidar el rol social de la Universidad, priorizando toda actividad que colabore en la mitigación de la pandemia por COVID-19. Queda pendiente, retrasado, aletargado, un cúmulo de trabajo que debió ser desatendido: La Investigación científica básica principalmente, la extensión universitaria territorial, la vinculación tecnológica y social, la internacionalización de la educación superior y la gestión de políticas universitarias.