La educación menstrual en la Argentina, un tema pendiente de la ESI
Opinion21 de julio 2021La asesora en Jefatura de Gabinete y referente de Igualar, Carmela Moreau, enumera una serie de aspectos pendiente en la agenda de la educación sexual y sugiere cómo incorporar nuevos contenidos.
Hacia fines de los años ‘80, la Red de Educación Popular Entre Mujeres (REPEM) proclamó al 21 de junio como el Día Internacional de la Educación No Sexista, con la finalidad de promover el derecho a la Educación de las mujeres de sectores populares en América Latina y el Caribe. Desde entonces, importantes avances se han logrado en el mundo y en la Argentina. Sin embargo, la educación menstrual es un tema aún pendiente en las curriculas escolares. Por ello, se destacan varios proyectos de ley presentados en la Argentina que abordan esta cuestión.
La declaración del 21 de junio reivindica la lucha histórica de los feminismos contra el sexismo en la educación, entendiendo a este último como una forma de discriminación social basada en la atribución de capacidades, valoraciones y significados diferenciados por sexo (masculino y femenino), estableciendo estereotipos de género que repercuten de manera excluyente en relación al acceso y permanencia de las niñas, mujeres y diversidades en los ámbitos educativos. En contraposición a ello, una educación no sexista contribuye a la constitución de una educación democrática, respetuosa de la diversidad social, cultural, sexual, etaria y de condición física.
En ese marco, es importante recorrer algunos pasos en la historia que dieron aún más fuerza a las reivindicaciones de este día, para reflexionar sobre los logros alcanzados hasta el momento y los temas que aún siguen pendientes en materia de educación no sexista.
A nivel internacional, varios hitos han marcado el camino hacia el reconocimiento de la necesidad de un cambio en la educación. Ya en 1979, la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación de la Mujer (CEDAW) marcó el inicio del recorrido de los derechos humanos de las mujeres y la inclusión de la equidad en las agendas nacionales. Luego, con la Tercera Conferencia Mundial sobre la Mujer (Nairobi-1985) se consideró a la educación como la base para la mejora de la condición jurídica y social de la mujer. Más tarde, durante la Conferencia Mundial sobre la Educación para todos (Jomtiem-1990) se planteó priorizar de manera urgente el acceso de niñas y mujeres a la educación libre de estereotipos de género.
“Hemos presentado dos proyectos de ley- la ley integral de menstruación sostenible y la ley de licencia escolar- que promueven la inclusión de este tema en los contenidos de la ESI, la entrega gratuita de elementos de gestión menstrual y la licencia por un día menstrual; para desestigmatizar el ciclo menstrual y erradicar la cultura sexista imperante que fomenta la discriminación y la desigualdad y exclusión de las mujeres y personas no menstruantes del ámbito educativo”.
Las transformaciones sociales de las últimas décadas, así como la aprobación de estos instrumentos internacionales en las agendas nacionales han impactado al interior de los sistemas educativos, disputando espacios que habían sido históricamente permeados por el sexismo. Sin embargo, este movimiento no ha sido lineal, sino que ha sido resistido notoriamente por varios sectores de la sociedad que han ralentizado su proceso de avance.
En 2006, la Argentina aprobó la ley 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI), la cual represento un cambio paradigmático en nuestro país, marcando agenda a nivel internacional. Asimismo, esta ley se ha destacado no solo por lo revolucionario de los supuestos que establece-siendo sus cinco pilares: la perspectiva de género, el respeto por la diversidad, el cuidado del cuerpo y la salud, la valoración de la afectividad y el ejercicio de los derechos– sino también, por la disrupción que supone el concepto de sexualidad que propone. Esta noción rompe con la histórica mirada biologicista y estereotipada, pues considera que la construcción cultural, histórica, social y económica ocupa un lugar central en la forma en la que nos posicionamos y relacionamos con otros/as y no solo está supeditada a nuestros genitales. O sea, va más allá, porque nos permite repensar los estereotipos, roles y opresiones que sufrimos las mujeres e identidades no binarias, y trabajar sobre la idea de nuevas masculinidades.
Aunque dicho avance ha revestido cambios trascendentales para nuestras sociedades, es menester manifestar que aún quedan algunas cuestiones pendientes en su abordaje como lo es el caso de la salud menstrual integral.
En primer lugar, desde hace varios años UNICEF viene advirtiendo que, en varios países de nuestra región, la imposibilidad de acceder a productos de gestión menstrual por parte de Niñas Niños y Adolescentes (NNyA) fomenta el ausentismo y deserción escolar. Esto pone en alerta a nuestro país, ya que la falta de datos sobre esta cuestión impide formular un marco para comprender la gravedad de este asunto en nuestro país.
En segundo lugar, según una encuesta de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, un 32% de personas menores a los 50 años declaró no haber recibido información antes de comenzar a menstruar, y un 43% si se trata de personas mayores de 50 años. Asimismo, casi la mitad de las personas encuestadas manifestó haber dejado de ir a la escuela o a la facultad (47,9%), a eventos sociales (43,9%) y, en menor medida, dejar de cumplir con la jornada laboral (22,3%). Aunque estos datos no son representativos de la realidad nacional, ilustran un primer acercamiento a la relevancia que comprende esta cuestión.
Por ello, es urgente incluir la salud menstrual en los contenidos de la ESI, y fomentar una práctica social dentro del sistema educativo que comprenda la naturaleza del ciclo menstrual en la persona que lo vivencia, ya que implicará desterrar los mitos y prejuicios que generan un escenario de desigualdad para las mismas: desigualdad social (por no poder circular por el espacio público esos días); desigualdad económica (al no tener acceso a elementos de gestión menstrual); desigualdad de género (diversas formas de violencia).
Desde el Partido Político Igualar, hemos presentado dos proyectos de ley- la ley integral de menstruación sostenible y la ley de licencia escolar- que promueven la inclusión de este tema en los contenidos de la ESI, la entrega gratuita de elementos de gestión menstrual y la licencia por un día menstrual; para desestigmatizar el ciclo menstrual y erradicar la cultura sexista imperante que fomenta la discriminación y la desigualdad y exclusión de las mujeres y personas no menstruantes del ámbito educativo.
La menstruación es una realidad que no se elige, y hacerlo en condiciones dignas es un derecho humano que debe ser garantizado por el Estado para el logro de una vida digna y libre de violencias.