La Universidad en la dinámica territorial
Opinion5 de agosto 2021La Directora de Turismo Rural de la UBA plantea los aportes para el desarrollo desde la Facultad de Agronomía en la política de extensión. Los nuevos desafíos universitarios para llegar a nuevos lugares. ¿Por qué la Diplomatura es un caso exitoso de innovación académica?
La universidad ha estado vinculada ancestralmente al trabajo en aulas y laboratorios. Docencia, investigación y extensión fueron y aún hoy son los pilares funcionales de las instituciones de educación superior. Sin embargo, estos tres pilares no aportan de manera equivalente a la hora de evaluar el desempeño de los contratados universitarios. Claramente, los dos primeros aspectos (investigación y docencia en ese orden) confieren un prestigio y reconocimiento mayor que la tarea de extensión.
A pesar de que el concepto de extensión (y sus relacionados vinculación, transferencia tecnológica, aporte al medio) se ha ido instalando con mayor fuerza institucional dentro de las universidades, aún quedan muchos aspectos por fortalecer e instalar dentro del campo de acción universitaria. Prueba de esto es la apertura de oficinas de vinculación, extensión y desarrollo en la mayoría de las universidades del país que con mayor o menor éxito relativo se ven instauradas en las estructuras organizativas de las casas de estudio.
Ahora bien, cabe preguntarnos qué aportes podemos realizar desde la universidad a través de la extensión para el desarrollo regional y territorial y con qué instrumentos de intervención. Esta no es una respuesta fácil. Constituye una idea aceptada que la comunidad universitaria maneja lenguajes, códigos, formas comunicacionales que a veces son difíciles de transmitir, aunque es necesario replantear estas creencias arraigadas en la sociedad. Muchas de las cuestiones relacionadas con el desarrollo territorial pueden explicarse de forma simple y entendible para el ciudadano común sin perder rigurosidad y sistematicidad.
Desde la posición de quienes realizamos este tipo de acercamiento a los territorios hemos sabido reflexionar sobre la adecuación de los principios teóricos a los casos concretos y acuciantes y no nos ha ido tan mal, aunque es un proceso de maduración e intercambio que lleva tiempo. Cuando nos disponemos a escuchar activamente a nuestros interlocutores locales nos damos cuenta que es posible (y fructífero) acordar un lenguaje común y a partir de allí dialogar sobre los problemas vinculados al desarrollo que preocupan a la comunidad.
En este sentido, la Universidad de Buenos Aires cuenta con un instrumento orientado a esa misión que es la creación de una figura formativa denominada “Diplomatura”, cuyos requisitos de cursado son más flexibles que para el ingreso universitario ya que no se requiere educación secundaria completa. Esta instancia da lugar a la oferta de educación específica para algún tema de interés que se quiera promover en los territorios.
Desde la Cátedra de Turismo Rural de la Facultad de Agronomía de la UBA estamos impartiendo por convenio con el Municipio de Saladillo, provincia de Buenos Aires, la Diplomatura “Diseño e implementación de productos turísticos rurales con enfoque interpretativo territorial”. La inscripción tuvo un gran éxito y el grupo de cursantes proviene de ambientes rurales zonales o de personas de la ciudad que decidieron radicarse en el campo.
Desde la Cátedra de Turismo Rural de la Facultad de Agronomía de la UBA estamos impartiendo por convenio con el Municipio de Saladillo, provincia de Buenos Aires, la Diplomatura “Diseño e implementación de productos turísticos rurales con enfoque interpretativo territorial”. La inscripción tuvo un gran éxito y el grupo de cursantes proviene de ambientes rurales zonales o de personas de la ciudad que decidieron radicarse en el campo. En las primeras sesiones de clase pudimos percibir la riqueza de cada historia, de cada emprendimiento pensado y soñado, de cada proyección de vida con expectativas de iniciar nuevas actividades vinculadas a la naturaleza y al turismo.
Esta experiencia, como otras anteriores, nos va ubicando en un lugar donde lo conceptual se vuelve instrumento de apoyo y colaboración para llevar adelante los proyectos que cada uno de los cursantes trae para mejorar y lanzar al mercado. Es una vivencia muy diferente que nos impera a adaptarnos constantemente y a trabajar sobre cuestiones concretas con respecto a la práctica docente tradicional en aula a la que venimos entrenados y acostumbrados. Este repensar el rol y nuestras prácticas docentes en un ambiente y una realidad que nos trae a cada clase un desafío nuevo, implica una reconversión y reflexión de las formas educativas tradicionales. Lo vemos como una construcción colectiva donde el conocimiento se va construyendo con el aporte de todos los participantes. El rol docente entonces se transforma en un acompañamiento bajo una función de facilitador para que esos proyectos encuentren su formato más adecuado.
Claramente, estas iniciativas constituyen pequeños esfuerzos en pos del desarrollo, pero insustituibles y necesarios a la hora de pensarlos desde el rol de la universidad. La tríada virtuosa Universidad-Estado-Sector productivo (acuñada por Sábato hace muchos años) alcanza en este escenario un jalón concreto y tangible. Nuestra misión universitaria para el desarrollo se ve fortalecida y revitaliza la satisfacción de devolver, aunque sea en mínimo grado, la invalorable riqueza que la universidad pública tan desinteresadamente nos legó.