
Un fármaco contra el cáncer podría ser útil para tratar el Chagas crónico
Un equipo de investigación liderado por la Escuela de Bio y Nanotecnologías de la Universidad de San Martín descubrió un posible nuevo tratamiento para el Chagas.
Se trata de una enfermedad que afecta a entre 6 y 7 millones de personas en el mundo, especialmente en América Latina. El hallazgo fue publicado por la revista científica Frontiers in Microbiology.
Mediante herramientas de modelado molecular y ensayos in vitro, lxs investigadorxs del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la UNSAM y del CONICET, en colaboración con la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), identificaron que el Sorafenib —un fármaco ya aprobado por la FDA para ciertos tipos de cáncer— tiene efecto tripanocida, es decir, es capaz de eliminar al parásito Trypanosoma cruzi, causante de la enfermedad de Chagas. El estudio sugiere que el compuesto actúa sobre una proteína clave del parásito, lo que lo convierte en una prometedora alternativa terapéutica.
Actualmente, los tratamientos disponibles para el Chagas son limitados, poco eficaces en su etapa crónica y con importantes efectos adversos. Este avance, con fuerte participación de investigadores de la UNSAM, abre la puerta a una estrategia innovadora: la reutilización de fármacos existentes para combatir enfermedades desatendidas.
El equipo de la UNSAM está integrado por lxs investigadorxs Gabriela Levy, Valeria Tekiel y Javier De Gaudenzi, la becaria posdoctoral Clara Corso, la bioquímica Agustina Chidichimo y la doctora Analía Níttolo, investigadora de la CIC-PBA. Participaron también colegas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York. El trabajo fue financiado con recursos públicos de la UNSAM, la ANPCyT, la UNLaM y el CONICET.
El artículo completo en Frontiers in Microbiology, acá.
¿Cuántos años de trabajo requirió el hallazgo?
Comenzamos con el proyecto en 2019, con el estudio y la caracterización de la proteína TcSR62 de Trypanosoma cruzi. Establecimos entonces una colaboración con el grupo del doctor Timothy Cardozo de la Universidad de Nueva York y realizamos una búsqueda de fármacos que se unieran a esta proteína interfiriendo con su función. Este vínculo fue clave, ya que la pandemia de COVID-19 retrasó en gran medida nuestras líneas de investigación en el laboratorio. Sin embargo, continuamos trabajando a distancia con los resultados bioinformáticos. Una vez regularizadas las condiciones, retomamos los ensayos in vitro y, durante los últimos tres años, presentamos en diversos congresos los resultados parciales que contribuyeron al trabajo que finalmente publicamos en marzo de este año.
Utilizamos herramientas de modelado y docking molecular para identificar medicamentos ya aprobados por la FDA que pudieran interactuar con la proteína TcSR62 y evaluamos el efecto de varios de esos fármacos en experimentos de laboratorio. El tosilato de sorafenib fue el que mostró mejor desempeño como agente tripanocida. La droga no solo retrasa el crecimiento de los parásitos sino que también actúa interfiriendo en la proliferación del parásito en el interior de las células del hospedador mamífero, hecho que sucede durante la fase crónica de la enfermedad de Chagas. Por último, para corroborar que la disminución en la sobrevida de los parásitos tratados con sorafenib se debía a la interacción entre este fármaco y la proteína blanco, se generaron parásitos que expresan mayores niveles de TcSR62, los cuales fueron sometidos al tratamiento con el compuesto. Estos parásitos mostraron ser más resistentes al efecto del sorafenib. Es decir que se requirió aumentar la dosis del fármaco para obtener un efecto tripanocida. Por lo tanto, nuestros resultados indican que TcSR62 no solo es un blanco terapéutico prometedor, sino que además existen medicamentos ya disponibles que afectan su función y podrían ser reposicionados para combatir la infección por T. cruzi de manera eficaz.
¿Qué tan grande es el avance en relación con los trabajos previos?
Consideramos que el reposicionamiento del tosilato de sorafenib en la enfermedad de Chagas resulta un avance significativo en la búsqueda de tratamientos efectivos y seguros para la fase crónica de la enfermedad. Hasta ahora, los fármacos antiparasitarios disponibles muestran una eficacia limitada en esta etapa y suelen producir efectos secundarios importantes. Frente a esto, nuestra investigación propone una alternativa innovadora al identificar que el sorafenib —un medicamento ya aprobado para otras patologías como ciertos tipos de cáncer— puede actuar sobre una proteína clave del parásito T. cruzi (TcSR62), eliminando tanto sus formas replicativas como infectivas.
Este hallazgo no solo propone un nuevo blanco terapéutico, sino que también ofrece ventajas prácticas muy relevantes: al tratarse de un fármaco ya aprobado, su perfil de seguridad, dosis y modo de administración presentan esquemas ya establecidos que pueden servir de punto de partida en el diseño de posibles estrategias para tratar la enfermedad de Chagas. Esto podría acortar considerablemente los tiempos y costos en comparación con un fármaco desarrollado desde cero.
Además, el hecho de que el sorafenib ya cuente con aprobación por parte de organismos regulatorios como la FDA abre la posibilidad de avanzar más rápidamente hacia ensayos clínicos en pacientes con enfermedad de Chagas. En conjunto, estos factores hacen de este trabajo un avance importante respecto de las estrategias previas, con potencial real para impactar en la calidad de vida de quienes hoy no cuentan con opciones terapéuticas efectivas.
¿Cómo sigue?
Basándonos en nuestros resultados, el próximo paso sería evaluar la efectividad del sorafenib en un modelo de infección crónica en animales. Además, analizaremos su rendimiento en combinación con otros medicamentos tripanocidas, como el benzinidazol o el nifurtimox. Nuestra meta es desarrollar un tratamiento farmacológico con sorafenib que sea más eficaz y seguro que los tratamientos actuales para combatir la enfermedad de Chagas en su fase crónica.
¿Qué representa esta publicación para ustedes?
Este trabajo representa, al mismo tiempo, una meta alcanzada y un punto de partida. Estamos muy contentos de haber obtenido, luego de tantos años de dedicación y esfuerzo, resultados tan prometedores, no solo en el campo de la biología molecular, sino también en el contexto del reposicionamiento de fármacos. En relación con este último punto, concebimos nuestros hallazgos como un punto de partida para futuros estudios in vivo que permitan generar antecedentes sólidos para la implementación de un nuevo esquema farmacológico en el tratamiento de la enfermedad de Chagas. Nuestra mayor satisfacción sería que este trabajo contribuyera, aunque sea en parte, a mejorar la calidad de vida de los pacientes que se encuentran en la etapa crónica de la infección.